El albariño se ha convertido en uno de los mayores reclamos del enoturismo en Galicia. Cada año miles de viajeros nacionales y extranjeros deciden explorar las principales bodegas dedicadas a su elaboración, situadas en las provincias de Pontevedra y A Coruña, mayormente.
Para los entusiastas del vino pazo baion condes de albarei, la oportunidad de visitar esta histórica bodega con cinco siglos de antigüedad es un ‘regalo’. La finca y los viñedos ya se cultivaban en 1731, de manera que los caldos salidos de estas barricas forman parte de la historia viva de la comunidad gallega. Con posterioridad, a principios del siglo XX, Don Adolfo Fojo Silva emprendería una renovación de las instalaciones de Pazo Baión, claves para entrar en la modernidad en las mejores condiciones posibles.
Las de Granbazán también son bodegas con solera. Su edificio central se alza en el Valle del Salnés al estilo de los clásicos châteaux franceses, en un entorno de viñedos de gran longevidad. Sus caldos elegantes y frutales se benefician del clima marítimo. Los responsables de Bodegas Granbazán cuentan con numerosas experiencias de enoturismo que invitan a saborear albariños de calidad y realizar actividades relacionadas con el mundo del vino.
Martín Códax es otra de las bodegas emblema de Galicia. Este nombre y apellido es sinónimo de buen vino, y parte de su éxito se debe en el paisaje que envuelven sus viñedos, en la ría de Arousa, a escasa distancia de la isla de Sálvora. Los vinos aquí elaborados no llevan el nombre de este famoso trovador gallego por casualidad: realmente estos caldos son ‘poesía’ para el paladar.
Pero las palabras «vino» y «divino» comparten algo más que una rima. Bien lo saben los maestros viticultores de las Bodegas Pentecostés, que nacen a partir del hermanamiento de dos pazos de época: Barreiro y Moldes, ambos en Gondomar. Se remontan a los siglos XVII y XVIII, por lo que revisten interés para cualquier viajero con intereses culturales, no sólo enoturistas.