Cambio de rumbo 

Ya conocéis ese dicho que afirma que hay que esperar lo mejor, pero estar preparado para lo peor. Claro que dicho así suena fácil pero no lo es. Yo llevaba tiempo sospechando que había algún problema en el trabajo, pero como llevo ya tiempo teletrabajando es más difícil obtener información de cómo van las cosas. Pero el tono de los emails y de algunas reuniones virtuales me hacían sospechar que algo no estaba marchando bien. 

Un día en el que acabé la tarea del día antes de tiempo, me dije que era el momento de prepararme para lo peor. Tracé las líneas maestras del plan que debía seguir en caso de que finalmente me quedara sin trabajo. Y lo primero sería hacer un viaje, que llevaba tiempo sin tener vacaciones. Y al final tuve razón, prepararme para lo peor no fue en balde porque poco más tarde, justo antes de un largo puente, tal y como se suelen hacer estas cosas, me dieron la noticia.

No me lo pensé dos veces, pregunté donde se coge el barco para las islas cies y me fui de viaje. Un cambio de rumbo que tiene que comenzar como se merece. No era la primera vez que me quedaba sin trabajo de forma más o menos sorpresiva. Fue hace años, justo antes de Semana Santa, cuando me dieron la carta de despido contra todo pronóstico. Fue un drama porque aquella vez sí que esperaba lo mejor, pero no me había preparado para lo peor. 

En aquel momento no supe qué hacer, me pasé un tiempo dando tumbos de aquí para allá. Un desastre. Me dije que esta vez debía ser distinto. Y la mejor manera de aclarar la mente es salir de casa, airear fuera. Y no se me ocurría mejor forma de airear que en las Cíes, un paraíso del que había oído hablar muchas veces. Cuando pregunté donde se coge el barco para las islas cíes me sentía renovado, con la clara idea de que esta vez no me iba a quedar en casa lamentándome. Tenía mucha más experiencia y era el momento de confiar en mi propio proyecto.

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