“Pero eso da dinero”. Mi abuela fruncía el ceño cada vez que le hablaba de mi afición a los videojuegos y que, hoy en día, hay personas que ganan mucho dinero “jugando”. Nada, no lo cree. Que mi abuela no lo entienda es comprensible pero todavía hay mucha más gente, no solo abuelos, que no son conscientes del tremendo potencial económico y social que tiene el sector de los videojuegos.

Yo también soy un buen gamer pero no puedo dedicarle las horas que me gustaría lo que me impide ser un profesional, aunque ya he hecho mis pinitos. Pero yo tengo una ventaja y es que también me interesa la parte interna del negocio, el propio diseño de los juegos. Siempre me he formado en esa dirección, aunque muchos me tomaran por irresponsable. Antes del boom de los esports yo ya decía que quería dedicarme al diseño de videojuegos.

Y aunque ahora todavía despierta algo de recelo por desconocimiento, ya somos muchos los que queremos entrar en ese sector. Por eso yo he decidido continuar mi formación con una Diplomatura en Diseño y Creación de Videojuegos. He visto el programa de contenidos y es básicamente lo que busco, algo que complete mi formación y me refuerce en los aspectos en los que estoy más pez.

Porque sin duda debo mejorar mi capacidad artística. También es muy importante tener unas buenas bases artísticas, sobre todo de dibujo, en el diseño de videojuegos. No solo se trata de darle al código. Porque es cierto que en una gran compañía cada uno se dedica a lo suyo, pero en los pequeños estudios todos tienen que saber un poco de todo. Y yo prefiero reforzar ahora lo que más me cuesta que encontrarme en unos años en una situación incómoda en un trabajo.

Espero que la Diplomatura en Diseño y Creación de Videojuegos me ayude a conseguir mi primer sueldo. Y cuando llegue a casa después de eso iré a ver a mi abuela y se lo mostraré para su regocijo. Aunque seguramente que seguirá pensando que en todo esto de los videojuegos hay gato encerrado.