Creo que muchas personas minimizan la importancia que tiene la decoración del hogar. Tendemos cada vez más a desconectarnos emocionalmente de las casas, a medida que cada vez más personas deciden no comprar casa y vivir de alquiler. Pero el hecho de que “nuestra” casa no sea realmente nuestra no quiere decir que no podamos vincularnos a ella, al menos el tiempo en el que vivamos en esa casa.

Yo lo tengo claro y he cambiado unas cuantas veces de casa. Pero siempre que me sea posible trato de que hacer mía la casa en la que vivo. Y creo que la mejor forma de hacerlo es intervenir activamente en la decoración. Como ya tengo un buen número de muebles, me los llevo a cada casa nueva. Es un poco pesado cuando toca la mudanza, pero luego se agradece mucho pasar unos años sentada en el sofá que más te gusta y al que ya estás acostumbrada.

Y lo mismo cabe decir de otros elementos del hogar. Si puedo, hasta elijo yo mismo una cortina vertical para cada estancia. En ocasiones, si cambio de casa, me las llevo a la nueva casa. Y en otras, negocio su venta a los caseros, que muchas veces están interesados en dejar parte del mobiliario o de la decoración para hacer más atractiva la casa a los nuevos vecinos. 

Sea como fuere, yo siempre estoy pensando en ideas para decorar. Y no tienen por qué ser proyectos muy grandes o costosos. Teniendo en cuenta que no es mi casa, tampoco es de sentido común gastar demasiado dinero en ella: se trata más bien de detalles. Ya he hablado del sofá o de la cortina vertical, pero también están los propios cuadros. Es una de las primeras cosas que hago al llegar a una casa: mirar dónde puedo colocar algún cuadro y de qué estilo podría pegar mejor. 

Soy una gran aficionada al arte así que me gusta cambiar de estilo cada cierto tiempo y me gusta cambiar las estancias según mi estado emocional o la época del año. Se trata tan solo de colocar reproducciones de obras más o menos famosas en algunas estancias de la casa, cuadros con los que te sientas a gusto y te representen de alguna manera.