Cuando se trabaja y se es responsable de un negocio hay que tomar decisiones, y no siempre son agradables de tomar porque de ellas dependen terceras personas. Pero si no se es valiente y se dejan las cosas pasar, el perjudicado finalmente serás tú mismo. Y cuando tu negocio se resienta y pienses en echar el cierre, es posible que nadie venga ayudarte. Así que hay que pensar en los demás, pero también en uno mismo. 

Llevo muchos años con un restaurante y en este tiempo he tenido que tomar alguna de esas decisiones, por ejemplo, cuando cambié de distribuidor de vieiras congeladas para hosteleria. Hay que tener en cuenta que mi restaurante es popular por su pescado y otros productos del mar. Teniendo en cuenta que estamos a muchos kilómetros del mar más cercano, eso nos obliga a tener mucha confianza en nuestros proveedores. De hecho, esa fue nuestra primera premisa: ofrecer lo mejor del mar, aun estando muy lejos del mismo.

Hoy en día no es como hace 200 años, por supuesto. Un buen proveedor de distribuidor de vieiras congeladas para hostelería te permite tener el mejor producto sin necesidad de ir a la rula cada mañana. La gestión de la materia prima, el almacenamiento, la refrigeración y el transporte han mejorado mucho y hoy en día es posible tomar el mejor pescado de España incluso estando a 500 kilómetros del mar. Pero, insisto, en un negocio como este dependes de tus socios, de tus proveedores.

Por eso no es la primera vez que me veo obligado a hacer cambios a la hora de contratar a uno u otro proveedor en base al producto que me ofrece. Porque siempre debemos escuchar a los clientes y si percibimos que un plato no tiene éxito, no solo puede ser por la receta, sino por la propia calidad del producto. Y, entonces, hay que tomar decisiones por el bien del negocio, aunque suponga prescindir de socios con los que llevas muchos años trabajando. Pero, al final, te debes al cliente y a la rentabilidad de un negocio.